LOS REYES MAGOS, TRES CAMELLOS Y UN DROMEDARIO

Había una vez tres camellos y sus respectivos dueños que eran los reyes magos ... Y también había un dromedario que estaba siempre solo.

Los camellos no lo querían porque era diferente a los demás, tenía sólo una joroba en su espalda y no dos como ellos:

"¡Medio camello!", le decían burlándose, y lo espantaban.

Pero una tarde los tres reyes magos entraron deprisa al establo, empujaron a los camellos hacia afuera y se marcharon rápido siguiendo a una gran estrella que había en el cielo.

El dromedario se quedó solo y triste, pero de repente un ángel apareció en el establo.

-"¡Qué reyes tan despistados!", decía enfadado, mientras cargaba bajo las alas tres paquetes muy bien envueltos.

"¡Se han olvidado los regalos! Tú se los llevarás ... Sigue a la estrella y alcanza a los camellos; a medianoche todos tienen que estar en Belén".

-"Pero está muy lejos", se quejó el dromedario.

-"Es verdad", le respondió el ángel.
"Pero los camellos tienen que cargar con dos jorobas en su espalda y tú dromedario, sólo con una ... Por lo tanto, eres más rápido".

El dromedario agradeció que alguien alabara lo que los camellos siempre le reprochaban. Se apuró a iniciar el viaje y, mientras corría, los paquetes en su joroba probaron un truco de magia que habían aprendido de los reyes: Vertieron sobre aquel animal; el oro, el incienso y la mirra que llevaban dentro.

A las puertas de Belén el dromedario alcanzó a los reyes.

Los tres camellos, sucios y cansados, admiraron aquel magnífico animal que se les acercaba: Su pelo era dorado y desprendía de él un olor fresco a mezcla de incienso y mirra.

Aquella noche, cuando los reyes hicieron la ofrenda de sus regalos, hubo detrás de ellos un dromedario y no tres camellos.

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