LA ESTRELLA DE CLARA


La noche en que nació el niño Jesús, todos los pastores de la zona acudieron a hacerle regalos. Unos le llevaban ovejas, para que su lana pudiera abrigarle. Otros, leña, para mantener vivo el fuego que alumbraba y calentaba el pesebre. Y otros pastores llevaban grandes ramos de flores par adornar el portal.

Pero había una pastorcita, Clara, que era muy pobre y no tenía nada que llevar. Ni oveja, ni leña ni flores. Le daba tanta vergüenza presentarse sin nada ante el niño Jesús, que decidió no ir.

Se apoyó en el pozo de su casa y comenzó a llorar. Entonces, vio una estrella muy brillante en el fondo del pozo. Era el reflejo de una estrella que alumbraba con fuerza el cielo.

Clara no lo pensó dos veces: tiró el cubo al pozo y recogió el reflejo de la estrella.

Su cubo, lleno de agua, mostraba la estrella brillar, y ella pensó que sería un fantástico regalo para el niño Jesús.

Así que Clara fue hacia el portal de Belén muy contenta, con su estrella reflejada en el cubo de madera ... De vez en cuando la miraba para ver si seguía ahí y caminaba deprisa, para no perder su estrella.

Al llegar al pesebre, le mostró el cubo al niño Jesús, pero la estrella, ya no estaba.

El tejado del pesebre tapaba el cielo, y la estrella ya no se reflejaba. Sin embargo, el niño Dios sonrió.

Clara se puso a llorar muy apenada, y de pronto, una de sus lágrimas comenzó a brillar con mucha fuerza. Se desprendió de su rostro y, transformada en estrella, se elevó hasta lo más alto del cielo.

Era la estrella más brillante de todas. la más hermosa. Gracias a esta estrella, el resto de habitantes supieron encontrar el lugar donde el niño Jesús acababa de nacer.

Desde entonces, en todos los belenes y en los árboles de Navidad, se coloca una estrella, que hace recordar la historia de Clara, la pastorcita que sin tener nada, le regaló al niño Jesús lo más hermoso: Su AMOR.

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