Era una noche oscura y tormentosa, la víspera de Halloween. Las sombras parecían jugar en las paredes y el viento ululaba entre las ramas de los árboles; pero en un pequeño rincón de la ciudad, un gatito negro llamado Tom tenía grandes planes. “¡Esta noche será la noche!” exclamó Tom. Al mirar su reflejo en el espejo, se veía a sí mismo con unos enormes y resplandecientes ojos, un pelaje negro brillante y afiladas garras que se escondían en sus patitas ... “¡Voy a ser el gato más aterrador de todo el vecindario!” Había escuchado tantas historias de sus antepasados: Gatos negros que traían mala suerte y eran mensajeros de brujas ... Tom quería ser especial, recuperar su legado y hacer que todos temieran su presencia, aunque solo fuera por una noche. Comenzó con su vecino, el viejo bulldog Rufus. Tom se acercó sigilosamente, arqueó su espalda, hinchó su pelaje y lanzó un sonoro “¡Miaaauuu!”, esperando asustar al viejo perro. Sin embargo, Rufus simplemente lo miró, ladeó la ca
Una curiosa y endeble luz aparece frente a mis ojos. Me despierta. No lo comprendo. Creí que esta vez dormiría para siempre. ¿Qué es? ¿Por qué aparece ahora? Pensé que ya todo había terminado. Luz. Otra vez. Esta ocasión es más fuerte. Me deslumbra. Mis ojos no la resisten, aunque se sienten extrañamente atraídos hacía ella. La observo con ansias. Después de unos segundos, me habitúo a la claridad nuevamente. La luz cobra forma y deja de ser un resplandor difuso. Es una llama pequeña pero poderosa. La curiosidad me invade, ¡Quiero ir a verla de cerca! Miro mis patas. Lucen como antes. ¡Llenas de pelo! ¡Llenas de vida! Doy algunas vueltas para ver si mi cola sigue ahí... ¡Ahí está! ¡Vuelvo a verme como un alegre perro! ¡No puedo creerlo! ¡Estoy vivo otra vez! Es maravilloso, veré a mi familia nuevamente. Voy a besar sus rostros hasta cansarme y me voy a acostar sobre ellos para que no vayan a ningún lado sin mí. Hay algo que intenta atraer mi mirada hacía el suelo. No quiero voltear...