María era una niña que vivía con su padre en una cabaña alejada de la gran ciudad. Su padre era leñador y la niña solía ayudarlo mucho cuando no estaba en el colegio. Extrañaba a sus amigas, quería ser como ellas; pero era consciente de sus escasos recursos. Las niñas que iban a su colegio eran ricas y usaban los mejores vestidos ... "Algún día...", pensaba
Cada vez que se acercaba Navidad, pedía muchas cosas a Santa Claus, sin embargo, recibía regalos modestos. Por eso siempre estaba molesta con Papá Noel, por no traerle justo lo que ella quería.
Su padre le había explicado que los regalos no eran lo más importante de esas fechas, sino que se trataba de una época para disfrutar en familia y pasar tiempo juntos; pero ella no lo entendía del todo.
Cuando llegó Nochebuena, María ya estaba a punto de irse a la cama cuando oyó un ruido en la puerta de la casa. Salió disparada hacia allí, llena de ilusión pensando que sería Santa Claus con un regalo para ella; pero lo que encontró fue una lata vieja. Cuando miró dentro, descubrió a un gatito que parecía estar enfermo y que lloraba sin cesar. La niña se acercó, lo cogió en brazos y lo llevó junto al fuego para que se calentara. María cuidó del gatito y lo alimentó durante todo ese tiempo.
Cuando pasaron las vacaciones de Navidad y le tocó regresar al colegio, su alegría era tan grande que no cabía en sí de la emoción. Mientras todas sus compañeras hablaban de los regalos que les había traído Santa Claus, sintió pena por ellas.
Se pasó todo el día pensando en lo que estaría haciendo Michín, como había llamado a su nuevo amigo, y comprendió finalmente a lo que se refería su padre cuando le explicaba que la Navidad no se reducía solo a los regalos ... Entonces tuvo claro que quería a Michín y a su padre, y que vivir en el bosque era uno de los mayores regalos de su vida.
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