Un caballero inglés ya muy anciano y rico contó:
"Yo perdí a mis padres cuando era niño y a la edad de nueve años me enviaron a un orfanato cerca de Londres ... Se sentía como una prisión. Teníamos que trabajar 14 horas al diarias en el jardín, en la cocina, en los establos, en el campo. Así todos los días.
Solo había un día de celebración: El día de Navidad ... El único día que todos los niños recibían un regalo: Una naranja ... sin dulces, sin juguetes.
Además, esta fruta se regalaba sólo a aquellos que no habían hecho nada malo durante un año y siempre habían sido obedientes. Esta naranja en Navidad representaba el deseo de cada niño todo el año.
Recuerdo mi primera Navidad en el orfanato ... Estaba muy triste mientras los otros chicos pasaban a lado del director del orfanato y todos recibían su naranja, mientras que yo tuve que pararme en una esquina del dormitorio. Ese fue mi castigo por
querer escapar del orfanato un día.
Después de la distribución de regalos, los otros chicos fueron a jugar al patio. Tuve que quedarme en el dormitorio todo el día. Lloré y me avergoncé. Me puse una manta y me acurruqué debajo.
Después de un rato escuché pasos en la habitación ... Aparté mi cobertor y vi a un niño pequeño de nombre William que se paró frente a mi cama. Tenía una naranja en la mano derecha y me la tendía sonriente.
No entendí ... Las naranjas estaban completas ¿De dónde podía haber venido una extra?
Miré a William y a la fruta y de repente me di cuenta de que la naranja ya había sido pelada ... y mirando más de cerca, todo se volvió claro para mí.
Sabía que yo tenía que sostener esa naranja muy fuerte.
¿Qué sucedió? Diez muchachos se habían reunido en el patio y habían decidido que yo también tenía que tener mi naranja para Navidad. Cada uno de ellos había quitado un gajo de su naranja y los diez pedazos se habían ensamblado minuciosamente para crear una nueva: Una naranja redonda y delicada.
Esa naranja fue el mejor regalo de Navidad de mi vida. Me enseñó cuánto puede ser reconfortante la verdadera amistad"
Bruno Ferrero
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