LA CAJA MISTERIOSA

Abrumado por las deudas, los problemas y ahora por la enfermedad de su hijo que ningún doctor podía curar; Juan Carlos, salió a fumar un cigarrillo, y a caminar en la noche de luna llena.

Era el último día del mes de octubre y ya el frio se empezaba a sentir en esa época del año.

Caminando por una de las calles solitarias de ese pueblo, del cual nunca había podido salir como siempre soñó, iba inmerso en sus problemas, muchos de ellos reprochándoselos a Dios, cuando de repente se tropieza con una caja metálica, y se cae al piso sin meter las manos.

Pensando que la mala suerte se empeñaba en atacarlo, vio que la caja de metal, al golpearla con el pie se había abierto. ... Tirado en el piso, solo optó por ver su contenido.

"Ojalá tuviera una barra de oro para salir de mis problemas", dijo Juan Carlos en tono sarcástico.

Y al abrirla completamente, ahí estaba una pequeña barra de oro puro, solo para él.

"Pero que broma es ésta", pensó, viendo para todos lados. No había un alma en cientos de metros a la redonda.

Tomo la caja metálica y enfiló el regreso a su hogar, con el miedo de que alguien lo hubiera visto o que le robaran su tesoro

Cuando llegó, todos en su  casa ya estaban durmiendo y volvió a abrir la caja misteriosa, con miedo al pensar que todo había sido una broma que sus ojos le habían hecho.

Ya con la luz, notó que la barra de oro solido seguía ahí, pero también pegada una nota, que se dispuso a leer:

"La caja te dará, todo lo que siempre has querido; pero a cambio te quitará parte de tu alma y de tu corazón. Si no quieres seguir utilizándola, déjala en donde la encontraste en las próximas 24 horas, si no la regresas te quedarás con ella para siempre".

Lo estuvo pensando toda la noche, viendo como brillaba la barra de oro, esta era una tentación maligna pensó.

Pero derrepente se preguntó ¿Qué ha hecho Dios para ayudarme? ... 

Entonces su esposa despertó y le contó todo lo que había pasado. Era tal el nivel de pobreza que al ver la barra de oro, a los dos los deslumbró.

Tomaron la barra de oro, y fueron a venderla, sacando miles de dólares, con lo que podrían seguir viviendo cómodamente por el resto de sus días, eso pensaban, pero al paso del tiempo la enfermedad de su hijo, recrudeció, tomando su vida, no importando la cantidad de doctores que el dinero compró.

Fue entonces que Juan Carlos sintió, que una parte de su alma y de su corazón, se había perdido ... La caja misteriosa, había cobrado la parte establecida.

La caja le seguía dando barras de oro, pero a cambio que más le pediría ¿A caso la vida de sus otros dos hijos y la de su esposa? ... Ya el dinero no era tan agradable como el miedo de ver qué otra cosa le sucedería. No podía destruirla; pero tampoco quería conservarla ...

Así que de rodillas pidió perdón a Dios, implorando su ayuda ... Él lo había escuchado, eso decidió creer.

Rápidamente tomó la caja misteriosa, y en un día igual al que la encontró, la dejó en el mismo paraje, escondiéndose entre los matorrales, y viendo que otra persona la tomaba entre sus manos ... Ahora la maldición lo dejaría.

Cuando vio que el otro tipo se llevó la caja, al fin pudo respirar, no quería que su vida y la de su familia dependieran de la caja. 

Sin embargo quería saber si el que se la había encontrado la aceptaría o la devolvería… Estuvo en vela, al lado de la ventana de la casa de ese sujeto; esperando a que él la aceptara, y la maldición terminara de una vez.

Al ver que la barra de oro era sacada de la caja misteriosa, vio claramente en una de las esquinas, a una sombra oscura riéndose tenebrosamente ...

Al fin se había liberado; pero otra alma se había condenado.

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