AYUDAR NO CUESTA NADA

Un señor que, probablemente supera los 80 años, está en la cola en un cajero, me coloco detrás de él, y cuando accede, saca un sobre donde supongo que contiene dinero. 

Lo observo a una distancia prudencial y me percato de que es incapaz de llevar a cabo la operación. Toca varias veces la pantalla, y deduzco que no consigue lo que pretende. Se vuelve y observa hacia la cola, ésta ya se había incrementado.

Me mira ... Yo estaba justo detrás, y con un solo gesto entiendo que me pide ayuda.

Inmediatamente se la ofrezco y él señor asiente con un tímido "por favor".

Lo ayudo de mil amores a realizar su gestión; pero indicándole donde tiene que ir pulsando. No quiero tocar ni un billete de los suyos por respeto y porque no quiero que se puedan crear confusiones con el dinero.

Él quiere hacer un ingreso y le indico cómo debe realizarlo. 

El señor, a su ritmo, consigue introducir la cantidad a ingresar y termina de hacer la gestión mientras yo le digo donde tiene que tocar para finalizarla.

Termina, nos retiramos del cajero para que pase la siguiente persona, y me da las gracias....

Le digo que no se preocupe, que ha sido un placer, y antes de marcharme introduce la mano en el bolsillo de su chaqueta, saca la cartera y me ofrece un billete de diez euros.

Yo no doy crédito, me asombro y le digo que de ningún modo.

El pobre hombre me dice que le gustaría agradecerme y que me tomara un desayuno a su salud.

Le doy las gracias, pero que en ningún caso lo voy a aceptar. Lo guarda y me vuelve a agradecer, y yo a él.

Nos despedimos, y me queda un sentimiento de pena por este señor y por todos los mayores (recuerdo que son nuestros padres y abuelos que han hecho el país que tenemos) que se están viendo solos frente a este monstruo de la tecnología, que cada vez más nos está convirtiendo en seres sin alma ni compasión.

Esta terrible imagen se da en bancos, pero también en la asistencia médica, en la hacienda, en la seguridad social, en ayuntamientos ... Personas que han contribuido durante toda una vida a que haya servicios a los que no pueden acceder porque tienen dificultades con la tecnología. No cuesta nada atenderles, y facilitarles un poquito la vida con todo lo que ellos hicieron antes por nosotros.

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