TRAICIÓN

La decisión no fue fácil. Pero treinta monedas de plata, muy bien lo valían.
¿Cómo iba hacerlo?, me preguntaba ... Yo solo no podía.

Esperaremos tu señal, me dijeron.

Ya él lo sabía, solo era cuestión de tiempo.

Elegí la noche, momento propicio en el que reina la oscuridad. Fui acompañado con un grupo de personas para cumplir con la entrega. La muchedumbre llevaba palos, espadas y antorchas; listos para recibir sangre de un inocente.

Ahí estaba, en el Getsemaní.

Todo fue fácil ... 

Un beso en la mejilla, le bastó para comprender.

Lo rodearon y apresaron.

La traición estaba hecha.

Sin remordimiento alguno me marché ... Decidido a disfrutar mi dinero y malgastarlo en el pueblo. Las horas pasaban y empezé a sentir algo raro en mi interior que me ahogaba, me asfixiaba, algún fuego me quemaba por dentro.

Algunos me miraban extrañados al ver lo que pasaba. Estaba en el suelo retorciéndome, incapaz de moverme, quería desaparecer.

Poco a poco esa sensación disminuyó y sentí culpa, una gran culpa de ser yo el causante de un crimen.

Los remordimientos venían a mi una y otra vez. No me dejaban en paz ... Fuí rápidamente a deshacer lo que antes había pactado.

Devolví el dinero, rogué y supliqué pero no me hicieron caso. Ya era demasiado tarde. Se había tomado la decisión.

¡He pecado! ¡No puede ser! ¡Que hice!

Salí huyendo con la culpa persiguiéndome la espalda.

Perdón. No quise hacerlo. No sé que me pasó.

Mi mente daba mil vueltas. Mi vida se consumía ... Y los recuerdos me atormentaban 

Esto es demasiado duro. Es algo que no puedo soportar.

¡Cómo vivir así!

Me alejé de todos dando tumbos y divisé un árbol a lo lejos, tenía ramas muy resistentes.

Me fuí directo a él y terminé con mi agonía.




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