UN MILAGRO EN SEMANA SANTA

María quería vivir la Semana Santa con mucho espíritu pero no tenía idea de qué hacer pues miraba su bolsillo y no encontraba más que unas cuantas monedas. Había tenido unos días malos y esta semana la iba aprovechar .

Pero ... ¿Qué podría comprar con tan poco dinero?

Entonces vio a un niño en el parque sentado en una banca muy solitario y decidió hablarle.

—"Hola niño ¿Qué haces tan solo?"

—"Mi padre me envió aquí para ayudar a la gente".

—"¿Ayudar? ¿De qué forma si eres tan pequeño?"

—"A qué vivan felices y llenos de amor".

—"¿Y cómo un niño tan pequeño puede hacer eso?"

—"Es fácil, cumpliendo con los mandamientos y transmitiendo mi amor y alegría contagiosa a los demás" y luego sonrió.

De pronto, los ojos de María no lo podían creer ... El niño estaba rodeado por una aureola y rayos brillantes en todo su esplendor.

Cuando se dió cuenta que el pequeño era el niño Dios, él desapareció.

De pronto María sintió un amor inmenso en todo su corazón ... Tenía ganas de ayudar a todo el mundo, a los niños, a los ancianos, a los olvidados, a los enfermos, a los tristes, a los que no conocen a Jesús y a los que lo niegan.

Y en Semana Santa, María entendió que los milagros sólo suceden cuando logramos abrir nuestro corazón.

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