EL FONDO DE LA PISCINA

Un excelente nadador tenía la costumbre de ir hasta la piscina y mojar sólo el dedo gordo del pie antes de entrar a nadar.

Alguien intrigado con ese comportamiento, le preguntó cuál era la razón de ese hábito.

El nadador sonrió respondiendo:

—"Hace unos años, yo era un profesor de natación. Enseñaba a nadar y a saltar del trampolín ... Una noche, no podía dormir, y fui directo a la piscina para nadar un poco. No encendí la luz, pues la luna brillaba a través del techo de cristal del club.

Cuando ya estaba en el trampolín, vi mi sombra en la pared del frente. Con los brazos abiertos, mi imagen formaba una magnífica cruz ... En vez de saltar, me quedé allí parado, contemplando mi imagen.

En ese momento pensé en la cruz y en su significado. Yo no era cristiano, pero cuando era niño aprendí que Jesús había muerto en la cruz para salvarnos.

En aquel momento las palabras de aquella enseñanza me vinieron a la mente y me hicieron recordar lo que yo había aprendido sobre la muerte.

No sé cuánto tiempo me quedé allí parado con los brazos extendidos.

Finalmente bajé del trampolín y fui bajando lentamente por la escalera para sumergirme en el agua. Descendí hasta que mis pies tocaron el piso duro y liso del fondo de la piscina.

¡Habían vaciado la piscina y yo no lo había percibido!.

Tuve miedo, y sentí un escalofrío en la espalda.

Si hubiera saltado, habría sido mi último salto, mi último día de vida.

En aquella noche, la imagen de la cruz en la pared salvó mi vida.

Quedé tan agradecido a Dios, que me arrodillé en el borde de la piscina, confesé mis pecados y me entregué a Él, consciente de que fue exactamente en una cruz que Jesús murió para salvarme.

Aquella noche fui salvado, y para no olvidarme nunca de lo que viví, siempre que voy a una piscina meto el dedo del pie antes de empezar".

Dios tiene un plan en la vida de cada uno de nosotros y no sirve de nada querer apresurarse, o retardar las cosas, pues todo sucederá a su debido tiempo.

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