EL LADRÓN DE HADAS

'Fiorn' no era un ogro cualquiera: Amaba la belleza y el aroma de las flores, la frescura de la lluvia, el color ámbar de las hojas en otoño y la suavidad de la nieve recién caída de los cielos.

Pasaba largas horas contemplando a los frutos colgar de los árboles y daba largos paseos por los bosques solo para llenar sus pulmones con el aire fresco que salía de las plantas y hierbas. Rechazaba con mucha determinación la vida bajo los puentes y las oscuras cavernas montañosas.

Alegaba, sin temor a la crítica, que su destino no era el de asustar y someter a los débiles, sino el de protegerlos y ser como ellos ... Fue esta curiosa aseveración la que al final, terminó por marcar sus días de una forma que ni él mismo se habría de imaginar ...


Fiel admirador de la belleza, 'Fiorn' intentó replicarla con sus propias manos. El resultado fue desastroso y esto lo entristeció. Quiso, con sus toscos dedos, moldear el húmedo lodo para crear un castillo como el de hadas, quienes lo habían construido en el roble sagrado.

Su intento, marcado por las prisas, terminó por ser desafortunado y fútil; había pretendido emular la hermosura creada por las hadas durante centenas de estaciones en tan solo una mañana, cosa no sólo imposible, sino a todas luces irracional e ilógica.

Desesperado, comenzó a imaginar que las diminutas magas voladoras se burlaban de él y sus vanos intentos por crear belleza ... Lleno de celos, hizo caso omiso a sus consejos y decidió refugiarse en el rencor, que crecía a gran velocidad en su interior.

'Fiorn' dejó de disfrutar los amaneceres; ahora solo pensaba en como apropiarse de ellos para disfrutarlos en la comodidad de su choza, sin tener la obligación de compartirlos con nadie más.

Pronto se dio cuenta de que cada prodigio de la naturaleza se debía al trabajo incansable de algún hada en particular. Complacido, determinó que la forma más fácil de replicar cada vistosa maravilla era raptar a la criatura responsable de la misma.

Así fue como inició su descenso al abismo de la perdición.

Primero se robó a 'Eo, hada del anochecer'. La encerró en un frasco azul esperando que la pequeña iluminará su habitación con la magia de las estrellas. Pero nada pasó la primera noche ni la segunda ... Simplemente se marchitó hasta que un día se apagó por completo.

Luego raptó a 'Aurora, hada del amanecer'. La puso junto a su ventana, esperando que el sol brotara de la botella en qué la había recluido ... Solo lágrimas brotaron de la triste cautiva, y no brilló más.

Capturó también a 'Cira, hada de los manzanos' y a 'Luci, hada de los arándanos': Ninguna fue capaz de hacer brotar frutos por arte de magia en los estantes de su cocina, y la vida de ambas se consumió en menos de un día.

Pronto la vieja y oscura choza de 'Fiorn' se convirtió en un cementerio de hadas. Algunas tardaban más que otras en apagarse; pero eventualmente todas terminaban por ceder a la penumbra. Su capacidad para crear belleza solo actuaba bajo el manto de la libertad, no tras la frialdad de un reluciente escaparate de vidrio.

El ogro aulló de tristeza, incapaz de entender lo que estaba haciendo mal. En su desesperación, incluso llegó a culpar a las hadas de su desventura, y las maldijo por el egoísmo del que supuestamente hacían gala para no compartir sus dones.

Una noche, cuando ya no había mucha luz afuera y solo algunas luciérnagas quedaban para retar a la oscuridad ... 'Fiorn' descubrió que ya no tenía fuerzas para seguir capturando hadas.
Había gastado su vida entera persiguiéndolas sin lograr hacerse con su belleza ... ¡Qué injusticia! ¡Cuánto tiempo desperdiciado! ¡Cuántas mañanas malgastadas! ¡Cuántas noches en vela!

Abatido, usó sus últimas fuerzas para sujetar su garrote y destrozar todos y cada uno de los frascos en que había capturado a las codiciosas e inútiles criaturas …

La energía le alcanzó para hacer pedazos hasta el último de los contenedores cristalinos. Luego cayó de rodillas, desfallecido, y su rostro demacrado se estrelló con gran estrépito en el maltrecho suelo de la cabaña.

Con su postrero aliento de vida, abrió los ojos una última vez ...

Entonces, le sorprendió percatarse que entre los restos de las botellas se alzaban brillantes nubes de polvo ... Las hadas que había capturado, volvían a la vida ante su mirada incrédula.

Extendió la mano para capturar a una que volaba muy cerca de él; pero no lo consiguió ... Como estaba agotado, no logró mantenerse despierto ni un instante más.

Sus ojos se cerraron para no volverse a abrir jamás.

'Fiorn' murió sin entender que la genuina belleza, la que era de verdad, no se podía capturar y mucho menos, embotellar …

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