Un matrimonio con su hijo pequeño viajaban de noche por una carretera prácticamente abandonada que servía de atajo para cruzar la montaña, sus continuas curvas, la estrechez de la calzada y la espesa niebla que cubría todo el trayecto hacía que aventurarse por ese camino al filo del abismo fuera realmente peligroso.
De improviso una mujer con la ropa ensangrentada se cruzó en la carretera obligando al padre de familia a frenar en seco.
Tras el susto el señor bajó del coche con la intención de ayudar a la mujer que muy alterada y llorando les explicó que había tenido un accidente y su coche había caído por el barranco.
La mujer le rogó que la ayudara ya que su bebé aún se encontraba en el vehículo atrapado entre unos hierros y ella era incapaz de sacarlo de allí por si sola.
La caída era de varias decenas de metros y aunque el coche había destruido parte de la vegetación mientras rodaba montaña abajo, de no haberle avisado la mujer, muy probablemente nadie hubiese encontrado al bebé nunca; mucho menos con esa niebla que impedía ver a mas6 de dos metros.
El señor guiado por el llanto del niño consiguió llegar hasta el lugar del accidente.
Al rato subió muy nervioso con el bebé en brazos y le preguntó a su esposa dónde estaba la mujer. Ésta le respondió que se había sentado en una piedra grande que había al lado de la carretera. Su hijo y ella se entretuvieron unos momentos mientras trataban de buscar señal para llamar a los equipos de emergencia; pero cuando miraron en esa dirección ya no estaba.
Entonces el hombre se metió rápidamente en el coche con el bebé y le dijo a su mujer e hijo que hicieran lo mismo. Arrancó el coche y se fueron.
Su mujer, muy asustada, le preguntó que por qué se iba con el bebé sin buscar antes a la mujer. El marido le dijo que se tranquilizara y que cuando llegaran a la próxima gasolinera le contaría.
Cuando llegaron, la mujer le pidió explicaciones al marido. Éste le contestó que cuando bajó y encontró el vehículo accidentado vio a la mujer que les había dado el aviso muerta.
Estaba muy fría y probablemente el accidente se había producido horas antes de que ellos pasaran por ese punto.
El espíritu de la mujer era el que le había pedido ayuda para que salvaran a su hijo.
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