EL ESPEJO ESTROPEADO

Mario era un chico listo y rico, que lo tenía todo. Sólo le llamaba la atención los objetos más raros y curiosos.

Un día pasó por una tienda y vio un espejo antiguo y convenció a sus padres para que se lo compraran.

Cuando llegó a casa y se vio reflejado en el espejo, sintió que su cara se veía muy triste.

Delante del espejo empezó a sonreír y a hacer muecas, pero su reflejo seguía siendo el mismo. Extrañado, fue a comprar golosinas y volvió muy contento a mirarse otra vez en el espejo; pero su reflejo seguía igual. Consiguió todo tipo de juguetes, pero aún así no dejaba de verse triste en el espejo.

Decepcionado abandonó el espejo en un rincón, pensando que el espejo estaba estropeado.

Esa misma tarde salió a la calle para jugar en el parque y se encontró a un niño pequeño que estaba solo y lloraba.

Mario se acercó al niño pequeño y le contó que se había perdido y ya no encontraba a su papás. Así que juntos se pusieron a buscarlos.

Tras mucho caminar, terminaron encontrando a los padres del pequeño, quienes estaban muy preocupados.

Mario volvió a su casa y al llegar a su habitación, vio un brillo especial que salía del rincón en donde abandonó el espejo.

Al mirarse, se descubrió a si mismo radiante de alegría, iluminando la habitación entera.

Entonces comprendió el misterio de aquel espejo ... Solamente reflejaba la verdadera alegría. Ya que en ese preciso momento Mario se sentía verdaderamente feliz por haber ayudado a aquel niño extraviado.

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