MI CORAZÓN

Un día golpearon la puerta .. 

—"Disculpe, encontré este corazón y creo que le pertenece".

Así era, tiempo atrás hubiera sentido temor de ver mi corazón en las manos de alguien. Pero esta vez era distinto, creía que peor no iba a estar, y seguramente no tenía vida ya.
Lo tomé y le dije:
—"Gracias".

El sujeto me miró sin esperar otro tipo de respuesta, ni recompensa, sólo agregó:
—"Lo encontré y ya estaba vacío. Deben haberse llevado lo que estaba adentro".

No podía explicarle que fui yo quién lo tiró en medio de la lluvia, en medio de la noche, que nunca me ocupe de volverlo a llenar, que llenarlo me costaba mucho más que vaciarlo regalando lo que ese corazón insignificante contenía.

Lo invité a pasar y le volví a agradecer. Le expliqué que no tenía manera de recompensarlo, a lo que sugirió un café en ese momento.

Dejé el corazón vacío sobre la mesa, y nos olvidamos de las horas charlando. El viajero venía de un lugar que no conozco, y le conté un poco de mí vida, quizá la parte que se puede contar.

Después de la charla y del café, se retiró asentuando "Un placer conocerte" y si no era molestia repetir el café ... Lo pensé unos segundos y, a decir verdad, hacía mucho tiempo que no pasaba un grato momento, tuvo un gesto noble al devolverme el corazón que encontró tirado, y tenía ganas de volver a verlo.

Le dije que sí, que nos volveríamos a ver, después de todo él había sido la prueba fehaciente que ya no tenía miedo de volver a ver mí corazón en las manos de un extraño.

Se fue sonriente. Cerré la puerta. Fui hasta la mesa y me di cuenta que las tazas no estaban ahí, ni sus cucharitas, ni rastros de café, no estaba el aroma, como si nada hubiera pasado, como si todo hubiera sido un sueño o una broma.

Estaba el corazón solo sobre la mesa, me acerqué y  miré en su interior y ahí estaba todo, tacitas, platitos y cucharas, la azucarera, y un par de palabras escritas que se habían hablado, un suave sonido de risas propia de los que recién se conocen. Sí, el corazón se había vuelto a llenar y sin dolor, y sin empezar mal, y sin forzar a que entre ahí lo que no cabe afuera ... El corazón tenía algo adentro. 

Y ahí comprendí como el día menos pensado, uno vuelve a empezar, sin buscarlo, creyendo que ya nada sorprende, que ya nada llena, hasta que algo nos recuerda de nuevo que la función de los corazones es llenarse continuamente para seguir viviendo.

Daniela Peralta

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