Los ciervos almizcleros poseen unas glándulas faciales portadoras de almizcle, sustancia que, por su fragancia y untuosidad, se emplea para la elaboración de perfumes y productos cosméticos ...
Érase una vez un precioso ciervo, un magnífico ejemplar, propio de esta clase de ciervos que exhalaba un penetrante perfume y se esparcía a muchos metros de su alrededor.
Cuando este ciervo se hizo adulto, comenzó a oler ese intenso aroma, pero no era capaz de localizar su procedencia. Se preguntaba obsesionado, una y otra vez, de dónde venía ese olor. Buscaba el lugar del que nacía, pero no era capaz de hallarlo por mucho que lo intentara.
Era un olor tan dulce e intenso, tan embelesador, que quería descubrir su procedencia y no cesó en su empeño por encontrarla.
Pasaron los años y cada día era mayor el anhelo del ciervo por saber de dónde brotaba aquel aroma. Todos sus esfuerzos eran baldíos. Buscaba y buscaba sin descanso, ignorante de que el perfume provenía de sí mismo.
Llegó a las postrimerías de su existencia y un día lo alcanzó la enfermedad que pondría punto final a su vida. Mientras agonizaba, seguía preguntándose de dónde provendría aquel maravilloso y envolvente perfume ... De dónde… y se lamentaba mucho por nunca haber podido hallar su origen.
Había olido tanto ese aroma, cuya fuente había tratado de encontrar, hasta el último instante de su vida ...
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Mira dentro de ti. Si miras solo en el exterior, no verás ni reconocerás tu verdadero ser. Aprende a ser y sé.
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