Mi encuentro con ella fue así, acordamos vernos en un restaurante común, llegué temprano pero ella se atrasó. Cuando la vi no me sorprendí, ella estaba con los cabellos desordenados y ojeras debajo de los ojos. Se sentó y con una voz monótona habló conmigo, noté que llevaba varios relojes en el brazo ... Ella dijo que estaba sola y triste.
—"Todos mis amigos siempre mueren, tarde o temprano se van", me dijo.
Me pareció muy extraño; para ser honesto, aterrador. Entonces le pregunté:
—"¿Cuál es tu nombre?".
Ella respondió:
—"No sé si me creerás, pero mi nombre es Muerte".
—"¿Muerte, estás bromeando?", pregunté incrédulo.
Me reí pensando que era una broma, pero ella no rió conmigo, lo que generó un ambiente incómodo.
En ese momento sentí que ella tenía un olor extraño y sus ojos no parecían tener vida. No sé, parecía medio muerta, de una manera muy extraña. Algunos dientes de su boca estaban ausentes, a muchos les parecería desagradable, pero a mi no. Porque no sé por lo que ella había pasado, así que simplemente lo acepté.
Como el ambiente estaba terrible, decidí tirar todo y hablar de mi enfermedad, le conté que era un paciente terminal porque tenía cáncer en una forma avanzada. Los médicos me habían desahuciado y ya no había nada que pudiera hacer.
Ella se rió y dijo:
— "Entonces es por eso que tienes el cabello así, menos mal que no fue tu elección, eres muy feo sin cabello", dijo ella.
Inevitablemente también me reí, ya que soy el tipo de chico divertido que le gusta mucho bromear ... Bromear con mi propia enfermedad estaba siendo una de las formas de lidiar con la situación.
Nos reímos, contamos historias, ese día fue bueno. Pero tan pronto estábamos afuera del restaurante, le dije:
— "Posiblemente nunca más te vuelva a ver, esta debe ser la última semana de vida que tengo".
—"Bueno, de cualquier manera me hiciste sonreír, hacía mucho tiempo que no encontraba a alguien como tú. Por lo general, las personas me juzgan por mi apariencia, les molesta mi olor, por eso me alejé de algunos. Pero tú eres diferente, ¡Felicidades!", dijo ella y abrió una sonrisa.
Toqué sus hombros, sentí un cuerpo frío como un iceberg. Se despidió y cruzó la calle, entonces noté que venía un autobús.
—"¡Oye! ¡Cuidado!", grité.
Corrí detrás de ella y la empujé.
En lugar de que el autobús la atropellara, el autobús me atropelló a mí.
Cuando abrí mis ojos estaba dentro de una ambulancia.
—""Mantén la calma, todo estará bien", dijo el paramédico revisando mis ojos con una linterna.
—"¿Está bien ella?", pregunté.
Él respondió:
—"¿Ella quién?".
—"La chica a la que salvé del atropellamiento".
—"Qué extraño, la gente me dijo que te metiste delante del autobús. No había ninguna chica. Pero no te preocupes, vivirás mucho tiempo, así que podrás conocer a varias chicas".
—"No creo, doctor, tengo cáncer terminal, esta es mi última semana".
—"Es extraño, no pareces tener cáncer".
Me asusté con las palabras del paramédico, pero de pronto sentí algo en mi bolsillo. Lo saqué y era un papelito. Decía:
"¡Todo esto fue solo una prueba! Demostraste ser digno de recibir tu cura. ¡Felicidades, firmado: Muerte!"
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