En un pequeño pueblo, se alzaba un antiguo hospital envuelto en misterio y tragedia.
La leyenda contaba que en la entrada de aquel sombrío edificio aparecía un perro negro de mirada infernal, y aquellos que lo veían estaban destinados a sufrir un destino funesto.
Los pacientes ingresados en el hospital, debilitados por enfermedades y esperanzas perdidas, comenzaron a relatar la aparición del perro en sus últimas horas de vida. Sus palabras eran cargadas de temor y desesperación, mencionando al perro siniestro que acechaba en la entrada antes de que la muerte los reclamara.
Los relatos de los pacientes desafiaban la lógica, pero sus testimonios eran consistentes.
El perro negro, con sus ojos rojos como llamas, era la presencia ominosa que acompañaba su agonía final.
Una joven enfermera llamada Isabel, curiosa y valiente, decidió investigar la veracidad de estas historias. Sin dejarse intimidar por el horror que rodeaba al perro de la entrada, se adentró en los pasillos oscuros del hospital.
Con cada paso, el aire se volvía más pesado y cargado de una energía extraña. Los chillidos distantes y los susurros inquietantes llenaban el espacio, pero Isabel seguía adelante, decidida a descubrir la verdad.
Finalmente, llegó a la entrada del hospital, y allí estaba él: El perro de ojos infernales.
Su mirada penetrante se clavó en Isabel, quien se resistió al impulso de retroceder. A pesar de su temor, sabía que debía enfrentar al perro si quería descubrir la verdad detrás de sus siniestros poderes.
El perro soltó un gruñido amenazador y avanzó hacia ella con pasos lentos pero decididos.
Isabel se aferró a su coraje y se mantuvo firme, decidida a resistir su influencia malévola. De repente, el perro se detuvo y emitió un aullido ensordecedor.
Isabel sintió una ráfaga de viento gélido y vio cómo el perro se desvanecía lentamente en la oscuridad.
Entonces lo comprendió todo ... No era un perro de verdad ... Era el miedo a la muerte lo que estaba dando "vida" a ese siniestro animal.
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