—"¡Mamá, enciende la luz! ¡Tengo miedo!"
—"Tranquila hija, no hay nadie en casa, los monstruos y los fantasmas no existen".
—"Pero ... Yo he notado como alguien tiraba de mi sábana. ¿Puedo dormir contigo?".
—"¡No! Ya eres mayor, tienes que aprender a dormir sola, sin miedo".
—"Es que he vuelto a notar su respiración así de cerca ...", decía la pequeña mientras acercaba su manita a la cara.
"Y ... ese olor tan raro que va exhalando por el pasillo. Por favor mamá".
—"¡Todo es imaginación tuya! Vete a tu habitación y después le cuentas a tu padre lo que viste".
—"Pero papá estará trabajando durante toda la noche y no volverá hasta el amanecer ¿No puedo dormir contigo?".
—"¡Ana no me hagas enfadar! ¿Sabes qué hora es? Papá está a punto de llegar. Casi está amaneciendo. Coge tu peluche y vuelve a la cama. ¡Así nunca lo superarás!".
Se oían los sollozos de la niña mientras caminaba a su habitación.
Y de repente se oyó un fuerte ruido.
—"¡Ana! ¿Qué ha sido ese ruido?".
La madre corrió hacia la habitación de la pequeña que se encontraba vacía. Tan sólo una ventana entreabierta dejaba paso a los primeros resplandores de luz del amanecer.
Alzó la cabeza y comenzó a gritar.
—"¡Ana dónde estás! ¡Contéstame! ¡Ana!".
Se arrodilló llorando y lamentándose mientras acariciaba el viejo peluche que yacía en el suelo ... "¿Qué te ha ocurrido? ¡Debí creer en ti!".
Alguien empujó la puerta y entró en la habitación ...
—"¡Pero cariño! ¿Qué haces aquí y por qué gritas tanto?".
—¡Carlos! ¡Nuestra hija ha desaparecido! ¡Nunca le creí y ella sólo decía la verdad!".
—"Luisa, por favor, cálmate. ¿Te has tomado las pastillas? ¿De nuevo tienes pesadillas?".
Luisa se aferraba cada vez con más fuerza al muñeco de peluche.
—"Pero Carlos, entonces ¿Dónde está nuestra hija?".
—"Cariño. Recuerda que Ana ya murió. El año pasado la secuestraron y hallaron su cuerpo sin vida cerca del bosque".
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