Un zar estaba enfermo y dijo:
—"Daré la mitad de mi reino a quien me cure".
Entonces, se reunieron todos los sabios del lugar y empezaron a discutir como curarlo. Nadie sabía qué hacer ... Hasta que uno de ellos afirmó que podía curar al zar.
—"Si se encuentra a un hombre feliz", dijo el sabio ... "Se le debe quitar la camisa y ponerla al zar, así éste, se curará de todo mal".
El zar mandó que buscaran a un hombre feliz por todo su reino, pero por mucho que sus emisarios cabalgaran por todos sus territorios, no pudieron encontrarlo.
No había ninguno que estuviese satisfecho de todo.
Uno era rico, pero estaba enfermo; otro gozaba de buena salud, pero era pobre; otro era rico y gozaba de buena salud, pero su mujer era malvada, o bien sus hijos.
Todos tenían algún motivo de queja.
Un día, a última hora de la tarde, el hijo del zar pasaba junto a una pequeña casa y oyó a alguien que decía:
—"Gracias a Dios he trabajado bastante, he comido cuanto necesitaba y ahora me voy a la cama ... ¿Qué más puedo pedir?".
El hijo del zar se alegró y ordenó que le quitasen la camisa a ese hombre; que le diesen una cantidad de dinero a modo de compensación, todo el que quisiera. Y luego que llevaran la camisa al zar.
Los emisarios fueron a ver al hombre feliz y quisieron quitarle su camisa; pero ese hombre feliz era tan pobre que ni siquiera tenía camisa.
León Tolstói
Comentarios
Publicar un comentario